martes, 9 de noviembre de 2010

Un maestro, una esclava. Dos tutores resilientes en la vida del Libertador

 

Autora: Lisbeth González Gómez. Profa. Especialista en Historia. Magister en Educación. Mención Orientación








No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido en tal país, tal día, de tales padres; padecer de cáncer o ser atropellado por un auto…) pero sí somos libres de responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados).

Savater

Una infelicidad no es nunca maravillosa. Es un fango helado, un todo negro, una escena de dolor que nos obliga a hacer una elección: someternos o superarlo. La resiliencia define el resorte de aquellos que, luego de recibir el golpe pudieron superarlo.

Boris Cyrulnik


 

RESILIENCIA ¿QUÉ SIGNIFICA?

 

            Según Werner (1992), Cyrulnik (2006), Kotliarenco y Cáceres (1994), la resiliencia es una palabra que nos viene del inglés. Proveniente de la física para expresar la cualidad de ciertos materiales, que al estar sometido a grandes presiones se deforman, recobrando al tiempo su forma primitiva, cuando se cesa de ejercer presión sobre él.
Werner (ob. Cit.) y otros lo utilizaron como metáfora que extrapolado a la psicología describe un resorte moral, cualidad de una persona que no se deja abatir fácilmente.
Para Rutter (citado en Kotliarenco y  Cáceres, 1994)
Es un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida sana, viviendo en un mundo insano. Estos procesos tendrán lugar a lo largo del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural. (p. 05).

            En palabras sencillas no es más que la capacidad que tiene un individuo de recuperarse, salir adelante y reconstruir su vida después de haber confrontado situaciones de riesgo como: la pérdida de sus padres, la pobreza, abuso sexual, enfermedades terminales, limitaciones físicas entre otras circunstancias difíciles.
            Hablar de resiliencia es interesante, no sólo por lo novedoso de su abordaje, sino también por lo aleccionador que resulta para muchos.
            Esta resistencia a los impactos tiene que ver sin duda alguna con un proceso que anuda lo interior de cada uno, con esas redes de apoyo externo contenidas en la familia extensa, la comunidad, el barrio, la escuela, el maestro. Cualquier otro que sea capaz de brindar esa mano amiga en momentos de afrenta.
            La historia venezolana esta repleta de un sin número de hombres resilientes, que lamentablemente en ocasiones historiadores y docentes han dado a conocer como héroes, especie de personajes inanimados, epopéyicos pero alejados del corazón de niños y jóvenes venezolanos. Una ciencia  social distante de nuestra episteme real, con enfoque positivista – ortodoxo, que sólo se dedica a memorizar nomotécnicamentre fechas y biografías de personajes  muertos.  Una historia que no se recrea en nuestra idiosincrasia, sino desde modelos foráneos ajustados como camisa de fuerza a la auténtica cosmogonía del sentir criollo.
            Precisamente uno de esos grandes personajes resilientes es el Libertador Simón Bolívar. Pero ¿En qué se basa este argumento? Veamos:

Bolívar el pequeño niño huerfano.

            Nacido en cuna de oro, proveniente del apellido aristocrático Bolívar palacios y Blanco el bebé Simón Antonio nació un lluvioso día del 24 de Julio de 1783. Esa mañana el cielo advertía satíricamente el alumbramiento de una criatura que traía dentro de sí un temperamento rebelde, libertario e inconforme.
            Para Liévano (1988), herencia del carácter de su madre quien tuvo que reprimir esa ráfaga interior producto de vivir en una época donde la mujer debía contener sus emociones, guardando compostura y decoro ante el marido. Sin embargo, el anterior autor refiere que fueron Simón y María Antonia quienes adquirieron de su progenitora esa templaza, que tiempo después necesitaron para hacer frente a tantas desavenencias. De hecho, cuentan Encinoza y Vilda (1999) “que a pesar de que el Libertador hubiere nacido con tantos privilegios económicos – sociales su infancia resulto muy dolorosa”. (p.15) Con apenas, tres años de edad, muere su papá. A su mamá como a tantas otras mujeres venezolanas el destino le impone la titánica tarea de ser madre y padre a la vez situación esta que la coloca al frente de la administración de la acaudalada fortuna de la familia, proveniente del cultivo de la caña en las extensas hectáreas de la hacienda San Mateo. Sin aún recobrarse del dolor por la perdida el azar le dispara otra cruel jugada, un extraño mal desmejora la salud de Doña Concepción muriendo finalmente el 06 de Julio de 1792. Bolívar queda completamente huérfano con tan solo ocho años de edad.

Una infancia de soledad, desapego y rebeldia

            Para Encinoza y Vilda (ob. cit), “La muerte de su mamá deja en Simón consecuencias muy graves, al faltarle la ternura, calor y seguridad del hogar”. (p. 16) Como en todo resiliente el yunque de la aflicción le obliga desde muy temprana edad a templar su carácter. Razón en la que coinciden muchos cuando afirman que en el corazón del Libertador se grabó inexorablemente el alejamiento de su madre, quien ya se encontraba gravemente enferma cuando da a luz a su menor hijo, razón por la cual no pudo cuidar ni amamantar, recayendo la responsabilidad del cuidado del pequeño en la esclava: negra Hipólita. Quien con su pecho cálido alimento con leche materna el alma y el cuerpo de quien tiempo después se convertiría en el emancipador latinoamericano.

El amor de una esclava negra metamorfoseo el dolor en emancipación y libertad

            La biografía de Bolívar reseña que este, en las situaciones de vulnerabilidad siempre contó con un adulto significativo que aminoro en cierta medida sus momentos de crisis. Coincidencialmente en el círculo de lectores (1981) se menciona que:
El 06 de Julio de 1792 muere Doña Concepción Palacios y el niño Simón a los 9 años, sin sólidos lazos de autoridad, solo tiene un afecto profundo, paradójicamente en una mujer de color, Hipólita, aquella negra que lo atendió y amamantó desde su nacimiento. El recuerdo de Hipólita siempre se mantuvo vivo en el corazón de Bolívar. A tal Punto que en 1825 escribe a su hermana: Te mando una carta de mi madre Hipólita para que le des todo lo que ella quiera, para que hagas por ella como si fuera tu madre: su leche ha alimentado mi vida, y no he conocido otro padre y madre que ella. (p.23).
           
Para González (2008) debió ser significativo el amor que esta negra le brindara ya que para esa época las negras y esclavas eran vistas por peninsulares y criollas como humanos inferiores. La sociedad colonial estaba cruelmente demarcada por estratificadas diferencias sociales y económicas  derivadas en el color de la piel.
            Los negros sólo eran considerados para ser esclavos, sin gozar de derecho, ni privilegio alguno. Para Bolívar su relación con Hipólita marca su vida a tal punto que Liévano (ob. cit.) señala: “La falta de los cuidados naturales de la madre fue compensada con creces por los mimos excesivos y amorosos de la esclava”. (p. 43).

EL MAESTRO QUE TODOS DESEAN TENER: EL ROBINSON SIMÓN

Es interesante detenerse a observar la influencia de Bello y Rodríguez en la vida de Bolívar. El primero, un hombre culto, estudioso, de gran preparación intelectual pero ortodoxo e incapaz de entender la psicología y el carácter intrépido, hiperactivo, fogoso del pequeño Simón.
Aún después de 300 años existen educadores que quizás saben mucho, pero son incapaces de calibrar la verdadera naturaleza de los niños y adolescentes venezolanos. De construir junto a ellos un proyecto de vida, como lo hiciera Rodríguez  junto al que tiempo después llegaría a convertirse de patito feo en un cisne admirado, venerado, respetado por muchos.
Fue profunda la influencia en el libertador del citado preceptor, enemigo declarado de la cultura escolástica, considerado por algunos un loco, un soñador de ideas utópicas.
La Historia reseña que él invitaba a sus alumnos a largas caminatas: una piedra, hoy; un pájaro mañana, tal vez el torbellino de las aguas o el cielo estrellado en la noche será los elementos que utilizará para despertar el interés del párvulo
El mundo deja de ser para Bolívar oscuro, triste y sombrío para adquirir ribetes insospechados, es su maestro quien le enseña la cruel realidad que viven los negros, sembrando en éste la espina desafiante del verdadero revolucionario.
En virtud de estos principios, Don Simón poco le converso al niño de las complicadas asignaturas que pretendieron enseñarle otros eruditos maestros; más bien les interrogó sobre las cosas que les gustaban, creándose entre ellos un lazo de profunda amistad y afecto, a tal punto que tiempo después Bolívar declarará: “Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló… No puede figurarse usted cuan hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que usted me ha dado”
Resulta hermosamente elocuente esta frase, como el carácter altivo, soberbio e hiperactivo de un niño huérfano que habría desesperado a más de un de un tutor perdería sus aristas agudas, rindiéndose ante el amor de un maestro, generando en Simoncito  procesos resilientes.

LAS ESCUELAS ROBINSONIANAS DEBEN SER ESPACIOS PROMOTORES DE RESILIENCIA:

Estudios recientes afirman que  la escuela y sus docentes son el único dique de contención posible después de la familia para fomentar salud mental. De allí nace este proyecto institucional: la escuela como espacio promotor de resiliencia, esa que invita al joven a soñar y luchar por un mundo mejor, que  sea capaz de alejarlo del ocio, de los vicios, de la droga, de la delincuencia, que le brinde un futuro esperanzador. Lo anterior enmarcado en el estudio de una ciencia social verdaderamente humanista y profundamente innovadora. Se acostumbra a estudiar a Bolívar solo desde el velo del héroe montado en su brioso caballo blanco, imaginándolo como aquel burgués que renuncia a sus riquezas por la causa emancipadora. Sin mostrar al Libertador de carne y hueso, que de ser tan humano tiene mucho que enseñarnos. De que a pesar de los obstáculos es posible salir airoso. No por casualidad el prócer  Latinoamericano profetizara: Si las desdichas no hubieren acontecido en mi vida, quizás hoy yo no sería el libertador de Venezuela. De manera que es para nuestra escuela técnica un verdadero orgullo ser los pioneros de este proyecto, único en el estado Aragua, aportando  elementos creativos en la concepción biográfica del mismo, visto desde el  calidoscopio resiliente, recreado magistralmente en el guión teatral: ”Simón, la historia de un niño resiliente” desarrollado con el aporte de los 27 estudiantes participantes, tomando en cuenta en palabras de  Usigle (1965) “Cuando se lleva un tema histórico al terreno del arte dramático el primer elemento que debe regir es la imaginación” (p.70).  Sólo esto permitió tratar teatralmente un tema histórico.

A MANERA DE CIERRE… UN PROYECTO QUE APENAS COMIENZA

Decía Pietri en Encinoza y Vilda (ob. Cit) que celebrar a Bolívar no es solo visitar el panteón o su casa natal, es también tratar de revivirlo. Tratar de inyectar su espíritu en la vida nacional. Es triste ver como muchos venezolanos desconocen sus raíces, su Historia. En naciones como Colombia, Perú y Bolivia los jóvenes estudian muy de cerca la vida del libertador, mientras que en Venezuela pareciera sólo recordarse su natalicio y muerte como una fecha que invita a marchas nupciales y corona de flores, sin entender verdaderamente el ideal bolivariano.
Por ello se debe desmitificar al héroe para acercarse a la esencia de su personalidad, un Bolívar de carne y hueso, un Bolívar que todavía vive, que nos enseña a ser mejores.
Por otro lado es necesario establecer que las relaciones afectivas deberían valorarse mucho más en las escuelas, dado que es difícil aprender alguna cosa si uno no tiene amor en su vida. Las escuelas Técnicas Robinsonianas Y Zamoranas son fuente probable de resiliencia para muchos, por tanto debemos asegurarnos de que pueda brindar al niño y adolescente límites claros con amor y firmeza, así como también sentido de arraigo y pertenencia, por esa patria chica que es la escuela y así poder construir esa patria grande que es Venezuela.
Este hermoso ensayo fue acreedor del 1er lugar en el encuentro Regional de las Sociedades Bolivarianas Estudiantiles Regionales del Estado Aragua


   Simoncito, Simón Bolívar y su maestro: Don Simón Rodriguez. Interpretado por los estudiantes de 2do año: Alberto Duque, Gabriel Rodriguez, Luis Canelón
En la plaza de Turmero. Socializando la obra en conmemoración al 19 de Abril.
Alberto Duque, Gabriel Rodriguez, Yoisbel Rivero, Luis Canelón. Escenificando a            Simón pequeño, Bolívar, María Teresa del Toro y Simón Rodriguez


            La Obra itinerante: Bolívar resiliente se robó el alma y corazón de los espacios públicos
Aquí nos acompañan Las profesoras del Distrito escolar de Mariño y los educadores de la Escuela Técnica Mariño: José Chacón ( Director ) para el entonces, Jóse Quintero ( Docente de educación Física) Heddy Sumoza ( Docente de Sociales)




   También nos acompañan los docentes: Julio Alvarado, Glendys Pérez, y las estudiantes de la   Sociedad Bolivariana: Mariana González y las negras esclavas interpretadas por: Chourio, María Bello... Los negros esclavos de la obra eran: Wilder Liendo (Kilongo) Ponce. 


      Aquí obtuvimos el 3er lugar en el encuentro de estudiantes talentos del Municipio Mariño. 
El teatro, la música, la poesía y la pintura deben ser espacios permanentes para educar a nuestros jóvenes, al mismo tiempo que los alejamos de la droga y la delincuencia, creando espacios promotores de resiliencia.

Autora: Profa. Lisbeth González. Docente de Sociales. Magister en Orientación


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


Circulo de Lectores (1981). Caminos abiertos por Simón Bolívar. Bogotá: Autor.

Cyrulnik, B. (2006). Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida. Barcelona: Gedisa.

Encinoza y Vilda (1999) Se llamaba Simón Bolívar. Caracas: Ediciones S.A. Educación y Cultura Religiosa.

González, L. (2008). Laura: Historia de vida de una joven resiliente. Trabajo de grado de maestría no publicado, Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Instituto Rafael Alberto Escobar Lara. Maracay.


Kottliarenco, Ma y Cáceres, I. (1994, Junio).  Una posible posibilidad frente al estrés de las familias en pobreza: los mecanismos protectores. [Documento en línea]. Ponencia presentada en el encuentro nacional de educación Parvularia, Valparaíso. Disponible: http://www.com.pea.prg/2005/lecturassugeridas/alerta_bibliográfica/pobreza.htm/  [consulta: 2006, Noviembre 5].


Liévano, I (1988) Bolívar. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República Nacional de la Historia.

Usigle, R (1965). Corona de luz. México: Fondo de cultura económica.

Werner, E. (1992). Overcoming the odds: High-Risk Children from birth to adulthood. Nueva York: Cornell University Press.

1 comentario:

  1. Lisbeth te felicito por tu blogs, espero que en nuevas entradas comentes tus experiencias investigativas.

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