Repensar a Venezuela desde la familia
En una fría mañana del segundo domingo de mayo estando yo tras una ventana contemplando el panorama, divisé a lo lejos a un par de adolescentes que venían estrepitosamente bajando por un callejón en bicicleta, lo que me llamó poderosamente la atención es lo que traían en la parte delantera de la misma, un enorme regalo escrupulosamente decorado con un enorme lazo rojo, por su lenguaje y forma de vestir era evidente su condición humilde. En ese instante pensé: Es que el día de la Madre en Venezuela, no tiene condición social.
El día anterior parecía navidad, era impresionante observar a la ciudad atestada de gente que ansiosamente buscaban algo para regalarle a su mamá, abuela, o cualquier mujer que haya sido madre para alguien. En ese momento asaltó a mi mente la frase célebre de Moreno Alejandro (2000) “El modelo familiar cultural popular venezolano es el de una familia matricentrada… Una mujer sin hombre o una mujer sin pareja.
En este orden de ideas Vethencourt (1995) expresa: “La familia venezolana es atípica e inestructurada… La función materna cumple funciones vicarias y compensatorias de la paternidad, es así una realidad profunda”. Y téngase claro que esto se aplica en los niveles precarios e incluso en otras clases. Pareciera que esta condición fuera parte de ese ideario colectivo que se traduce en el lenguaje cotidiano: “Madre es una sola”, “Mujer Venezolana. Padre y Madre a la vez”, “Como la mamá no hay otra”, “La mejor hallaca la hace mi mamá”, “Faltan (5) pa´ las doce el año va a terminar me voy corriendo a mi casa a abrazar a mi mamá”…
A ningún gaitero se le hubiese ocurrido cantarle al padre, no da rating, no pega, no mueve, no nos identifica. Como mujer y madre Venezolana no quería buscar la esencia de esta interrogante en teorías académicas sino; en mi propia vivencia como hija de esta patria, como mamá, hermana, esposa… Mujer. Al respecto debo decir que mi padre murió cuando aún era yo muy joven, mi madre lo fue todo para mí y para mi hermano y aún lo sigue siendo. Sin su apoyo y amor incondicional no sería lo que hoy soy, sin embargo debo admitir que muchas veces necesite contar con un padre que impusiera en casa: Límites, normas, reglas claras que nos proporcionara esa protección y apoyo económico del cual carecíamos. Eso nos llevó como familia a cometer ciertos desaciertos.
Resulta pues evidente que familia es mamá y papá, ying y yang o como diría Jung: Anima y Animus, desafortunadamente en este país ese equilibrio se ha roto, producto de tanta ausencia de padre creando un gran vacío y una experiencia neurótica, completamente disfuncional, sobre todo cuando existen hijos varones. Ese nexo con la madre como única figura posible, con gran contenido edípico ha traído como consecuencia sementales irresponsables, inmaduros que a su vez repiten la historia sin cesar.
La mujer Venezolana es culpa y castigo, es victima y victimaria y para colmo su situación entra en crisis cuando esta debe salir a la calle para sostener económicamente el hogar, ejerciendo roles de estudiante, trabajadora, profesional. La familia esta enferma, esta mal, como orientadora y docente es doble el compromiso de reflexionar y asumir posición al respecto, pues la familia es la experiencia más marcada, es raíz de lo que somos. Ya Virginia Satir muy acertadamente refería: “Es la fabrica de hacer personas” Nuestra vivencia en ese contexto marcará querámoslo o no, lo que seremos en el futuro como personas, pareja, profesionales, padres, amigos…Allí está el sello de nuestras creencias, prejuicios, roles, valores y normas. Todo lo anterior lo aprendemos en ese hábitat llamado familia.
No existe título universitario, ni libros que nos enseñen tan vividamente la honestidad, la lealtad hacia la pareja, la autoestima expresada en la forma de amarnos y amar, Eso se modela dentro del núcleo familiar. Es tal su influencia que no deja de asombrarnos ver como existen personas con un alto nivel social y económico que muestran conductas básicas y primitivas que en ocasiones atentan contra la convivencia sana de una comunidad, otros por el contrario, sin un alto nivel educativo, siendo de origen humilde muestran una conducta intachable y a veces nos asombra su decencia y don de gente. El secreto de esa actitud está definido en una sola frase: Tener una estupenda estructura familiar. Porque el hombre es un ser gregario y por naturaleza necesita de una ecología familiar sana, que le brinde calidez y confianza. Esto pareciera ser una regla en todas las culturas y en todos los tiempos. No es extraño que uno de los historiadores más grandes del mundo Gibbon, Edgard (1978) identificara como dos de las causas fundamentales en la caída del imperio romano a: La ruptura de la estructura familiar y a la caída de la religión. Sus argumentos nos proporcionan una visión instructiva para todos. Sin familia no puede haber sociedad posible. Pero para entenderla hay que hacerlo a través de la relación de pareja. Todas las familias estructuralmente sólidas que conozco tienen en esencia una relación de pareja bien constituida, basada en algunos elementos claves que con destreza Covey, Stephen (2004) menciona en su libro los siete hábitos de las familias altamente efectivas, estos son: Lealtad, reciprocidad, amistad, respeto, comunicación, empatía. Él lo denomina uno a uno en el matrimonio, afirmando que lo más grande que puedes hacer por tus hijos es amar a tu conyugue, la fuerza de este acercamiento en el matrimonio crea una sensación de seguridad, en toda la familia… La calidad de esta relación gobierna la calidad de vida familiar, puesto que la relación más importante en la misma, es la de marido y mujer.
Una persona que no entienda lo que significa la vida en pareja entiéndase como: entrega, fidelidad, sacrificio no está preparado para el matrimonio y menos aún para tener hijos. No en vano Morante, Raimundo (2006) comenta: La fidelidad, el uso que se le dará a el dinero, las relaciones con los familiares de cada uno y sus costumbres particulares afectan a la familia, a tal punto de liquidarlas, sino atienden esas variables”. Está claro que vivir en pareja es un acto de profunda convicción y lealtad para con uno mismo, para en esa medida serlo con el otro, de ser necesario hay que reestructurar conductas y adaptarse a nuevas situaciones, ya la pareja no puede entenderse como: Allá tú, yo soy yo. Yo hago lo que se me venga en gana total, el hombre nace solo y muere solo. ¡No me controles deseo ser libre!! Expresiones como éstas dañan la relación. En torno a estas reflexiones el Papa Juan Pablo II en una de sus últimas alocuciones expresó: El gran enemigo de la familia no es el divorcio o la infidelidad… Lo son el egoísmo y el individualismo. Cada uno quiere ganar, imponerse someter, sin llegar a un acuerdo donde gane la familia.
En una oportunidad conversaba con un hombre de origen asiático acerca de algunas costumbres venezonalistas y entre comentarios salió a relucir el tema del matrimonio, éste me dijo algo que quedo grabado en mi mente desde entonces. Cito textualmente: “Chino vel mujel Venezolana bonita, pero sólo querel una sola, su esposa. Puede resultar jocoso, pero que sería de este país si el hombre Venezolano entendiera que puede admirar a otras, pero su lealtad, su amor, su entrega debe ser a una sola: Su mujer, su esposa, la madre de sus hijos. Ese arraigo cultural tan marcado desde tiempos coloniales reforzados en el típico macho criollo que tiene a la legal y a la amante es no sólo atrasado sino, disfuncional.
Repensar en la familia como valor no sólo resulta interesante, sino necesario y todos deberían fijarlo como meta , pues las cifras de delincuencia, asesinatos, suicidos, prostitución y triángulos rotos nos evidencian que la familia matricentrada no ha sido, ni será el modelo de estructura familiar funcional. El niño(a) necesita de ambos, de padre y madre, con iguales responsabilidades, como dos seres que tienen un proyecto en común, acompañantes de vida. Lo de repensar a la familia no sólo debe ser un compromiso del estado, debe serlo de “todos” (organizaciones religiosas, sean cuales fuesen, organizaciones educativas, políticas, medios de comunicación, enlaces comunales y vecinales entre otros) Es preciso que así como se bombardea al joven con propagandas no adecuadas, la misma energía sea utilizada para reeducar la familia. Nuestro papel es decisivo, en las instituciones educativas es prioridad la escuela para padres. Que transformaciones sucederían si el 80% de los hogares en las barriadas de nuestro país estuvieran constituidos por un padre y una madre. En consecuencia la única forma posible de repensar la familia en Venezuela y quizás en muchos países latinoamericanos es hacerlo a través de una nueva cultura, de un nuevo ideario colectivo…De una nueva cosmovisión, de una verdadera revolución educativa, no reforzada en el machismo, la violencia, el matricentrismo, sino, en la elección de ser mejor persona, para ser una mejor pareja y edificar mejores familias, una mejor comunidad, un mejor país y ¿porqué no? Un mejor mundo para todos. Se les quiere y espero que mediten en torno al análisis del cual se hace referencia.
Profesora. Lisbeth González
Magíster en Orientación.
Email: lis.g.g@hotmail.com
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