sábado, 30 de abril de 2011


La cartografía mental en la didáctica de las Ciencias sociales

Los mapas mentales, conceptuales, semánticos son una estrategia de gran valor para ser aplicada en las ciencias sociales ya que la naturaleza de esta área involucra un gran arsenal de conocimientos teóricos que  necesitan ser desmembrados y resumidos para llegar a nuestros estudiantes con mayor certeza y facilidad.
Un mapa mental se caracteriza por poseer un tema  central de la que se desprenden  ideas segundarias, así como sub ideas, las cuales son realizadas, leídas e interpretadas siguiendo el orden de las manecillas de un reloj. Es decir, de izquierda a derecha. En un mapa conceptual sólo existen términos y palabras claves en relación a un tópico de interés. Mientras que en un cartograma mental las imágenes son pieza clave en cada una de las ideas, características, conceptos, causas, consecuencias, importancia... que se desprendan del eje central. Esto le permitirá a los visuales memorizar fotostáticamente el contenido que queremos estudiar, al mismo tiempo que ejercitará ambos hemisferios cerebrales si se sigue las siguientes pautas:
Asignar una lectura en aula.
Pedir a los estudiantes que subrayen las ideas principales y segundarias referentes a la temática de estudio
Lo anterior también puede plantearse a través de una serie de interrogantes, los cuales deben responderse en el orden estipulado, resumiendo lo más que pueda. Esto permitirá trabajar el análisis- síntesis tan necesarias en el abordaje de las Ciencias Sociales.
Una vez realizado el paso anterior se prosigue a tomar una hoja tamaño carta la cual vamos a trabajar de forma horizontal, en ningún caso debe hacerse de forma vertical, ya que necesitamos despejar lo más posible el área de trabajo para que el cartograma quede lo más limpio y prolijo posible.
En el centro de la hoja vamos a colocar una imagen llamativa que guarde directa relación con el tema central, de esta manera el cerebro elaborará conexiones cerebrales facilitando el aprendizaje del mismo. Una vez resuelto este paso, se colocaran alrededor de esta imagen ramificaciones no más de (6) preferiblemente en las cuales se colocará las ideas segundarias resultantes del tema central. Cada una demarcada de un color distinto, eso permitirá diferenciar, categorizar,  describir... una de la otra. Se sugiere que no se utilice el color amarillo en los mapas mentales ya que este  tiende a borrarse con el tiempo. Repita lo menos posible las tonalidades semejantes, como lila y morado o verde manzana  y militar ya que la idea es trabajar con matices totalmente opuestos.
A cada lado de la ramificación se colocaran las imágenes referentes a la síntesis expuesta. Otra  recomendación importante tiene que ver con el tipo de letra a utilizar, se sugiere que los mapas sean elaborados con letra de molde para ser entendidos de mejor forma por quien los lee. Esto porque existen personas que no poseen una bonita caligrafía, dificultando su entendimiento.
 Por otro lado es imprescindible la utilización de fondos blancos para que resalte el colorido, además de utilizar marcadores llamativos, colores, tiza de colores que haga agradable la visualización de la estrategia.
En fin, cada persona es un mundo de percepciones distintas, originando con ellos mapas diferentes, con potenciales creativos distintos, pero que de igual forma estimule no sólo la imaginación propia del hemisferio derecho, si no desde luego el análisis, orden y síntesis del hemisferio izquierdo.
He aquí algunos ejemplos de mapas mentales elaborados por adolescentes de la escuela Técnica de promoción Social y servicios de Salud Mariño. En el área de sociales












































Profesora. Lisbeth González

sábado, 16 de abril de 2011

¿Es usted una flor en el pantano?

No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido en tal país, tal día, de tales padres; padecer de cáncer o ser atropellado por un auto…) pero sí somos libres de responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados).

Savater

Una infelicidad no es nunca maravillosa. Es un fango helado, un todo negro, una escena de dolor que nos obliga a hacer una elección: someternos o superarlo. La resiliencia define el resorte de aquellos que, luego de recibir el golpe pudieron superarlo.

Boris Cyrulnik


¿Es o ha sido usted una flor en el pantano?

Quizás esta lectura le ayude a descubrirlo




Una flor en el pantano


Esta inquietud surge cuando se intenta reflexionar y definir quizás los ámbitos en los cuales se determina el comportamiento resiliente. Según Cyrulnik y otros (2004) la misma podría resumirse en 3 áreas o ámbitos: El biológico, familiar e histórico o público. Veamos:
1.- Ámbito biológico: Tiene que ver con las desventajas propias de una alteración o limitación física, enfermedad o accidente. Quienes de nosotros no ha conocido a niños minusválidos o deformados, hemipléjicos o parapléjicos, que llegan a cursar estudios universitarios con éxito, resultando ser excelentes compañeros o compañeras, llevando incluso una existencia social rica y creativa. Un ejemplo bien viviente es el de la escritora Hellen Keller quien fuera sorda, ciega y parapléjica.  Otros en sus circunstancias prefieren dar lástima y mendigar en la calle.
2.- Ámbito familiar: Enfatizada por Werner (ob. cit) en sus investigaciones y tiene que ver con el sano desarrollo socio afectivo y existencial en niños provenientes de familias disfuncionales (perturbados, maltratados, de alcoholismo, violación, violencia extrema, abandono parental).
3.- Ámbito Histórico o público: Está representado por la resiliencia frente a las catástrofes naturales (temblores de tierra, inundaciones, ciclones) guerras civiles e internacionales, masacres, genocidios, hábitat físico adverso, etc.  Tal es el caso de Víktor Frankl y Ana Frank y de muchos otros niños y jóvenes que vivieron en el caso venezolano la tragedia de Vargas.  También, podríamos citar el caso de los Incas del Perú, Los Timoto-Cuicas de la región andina venezolana, recientemente el caso de los mineros de Chile,  Japón y de muchas otras comunidades que son ejemplo de valentía y organización para otros.
Sin embargo el asunto no queda circunscrito a esto. Se oye de boca de muchas personas afirmar: Eso de la resiliencia es pura tontería, yo no creo en eso todos somos resilientes. Lo anterior se deriva de aquel sujeto que no se ha detenido a conocer y estudiar a profundidad el tema.  No se puede hablar de lo que no se conoce, de lo que no se ha indagado, de lo que no se sabe.
Por otro lado tampoco es cierto afirmar que todos somos resilientes. Esto último a propósito de lo que señalara Cyrulnik (2003), en relación con la diferencia entre una prueba y un trauma. El ser humano constantemente esta al frente de las pruebas de la vida: la pérdida de un empleo, el divorcio, no haber quedado admitido en un equipo, deportivo, teatral, o musical.  No poder tener hijos, u abortar alguno.  Pero no todos hemos sido traumados.  Como consecuencia de una violación, suicidio, o abandono parental, uso de drogas, haber estado en una guerra, confrontar alguna enfermedad terminal o inclusive no tener nada que comer por mucho tiempo.  Allí la cosa cambia por eso Cyrulnik (2003) afirma:
Hay que distinguir entre trauma y prueba. Para hablar de trauma, es necesario haber muerto. No crean que es una imagen, es real. La gente traumatizada dice: No estoy segura de estar viva. He regresado del infierno y vuelto a la vida. (p.2).

Lo que evidencia que algunos sufren traumas y todo el mundo debe soportar pruebas.  Bajo esta perspectiva hay quienes sustentadamente han demostrado que la resiliencia no es una receta mágica, ni una fórmula matemática, es un concepto polisémico que está en evolución y sigue estudiándose en distintos contextos y culturas.
Pareciera que, sin embargo, el mismo tuviera algunos límites como señalara anteriormente Cyrulnik (2003), pues no basta con que un niño o adolescente haya afrontado alguna adversidad biológica, familiar o histórica, se necesita también un poco de moral, de ser correcto socialmente, de ser un humano de buen corazón.  Y por si fuera poco, aún y a pesar del  trauma tener más éxito que la media de las personas, despertando en los otros la admiración, y el modelamiento.  A propósito de esto el anterior autor señala:
No puede ser considerado un resiliente un antiguo maltratado que se convierta en guardia en los campos de concentración. Hitler también fue un niño maltratado que ha entrado en la historia y sigue siendo un héroe para miles de neonazi. (p.40).

Hay muchos asesinos detrás del poder, aupados en un uniforme.  Son exitosos a costa del dolor, maltrato y yugo hacia los otros.  En esa circunstancia queda claro que el dolor del trauma no ha sanado resilientemente.
Existen muchos líderes políticos que vienen de abajo, de familias muy pobres que cuando llegan alto y alcanzan el poder, no sólo se olvidan de sus orígenes sino, que sale a flote su resentimiento y venganza. Desde luego, que allí no hay metamorfosis del dolor. 
En cambio se cita en Cyrulnik y otros (2004): “Dos presidentes célebres de estados Unidos, F.D. Roosevelt en su silla de parapléjico y Bill Clinton que fue un niño con carencias y desdichado” (p. 40). Sin embargo ambos fueron buenos presidentes.
Aquí en Aragua hay desde luego, ejemplos también célebres como el caso de Filipo Sindoni y el de David Concepción. También de orígenes muy pobres. El primero, un inmigrante italiano  y famoso empresario que llamaba a Aragua su segunda patria. El segundo un talentoso deportista cuyo origen sabía a mar y palmeras, venido de las costas de Aragua (Ocumare) llegó a representar muy en alto los colores de nuestra bandera.  Pero además de eso seres sencillos, humanos y cordiales en su trato.

Aportes de la Psicología al estudio de la resiliencia
  
Como ya se ha señalado la resiliencia se caracteriza por provenir básicamente de una relación significativa del sujeto,  con una, dos o más figuras de su entorno y no constituye un estado definitivo, es decir, se puede estar más o menos resiliente de acuerdo con la situación que se vive y las condiciones del medio externo, aunque es crucial que la presencia de factores protectores bien establecidos en la infancia y la adolescencia pueden facilitar al sujeto un buen desenvolvimiento, aún en las peores circunstancias. De esto surge la siguiente pregunta:

¿Qué nos puede aportar la Psicología para comprender mejor la índole de los factores resilientes y el modo como se desarrollan e instalan en el sujeto?

La respuesta a esta premisa esta asociada según Melillo y Suárez (ob. cit) al estudio de la mente, el cognitivismo, y los aportes que hiciera el psicoanálisis. “Ya que se habla de una mente corporeizada, que además se encuentra encajada o insertada en el entorno”
 (p. 90). Igualmente Maturana y Valera (citado en el anterior  autor) afirman:
Somos seres que vivimos en el acto de conversar, nuestro espacio relacional consiste en redes de conversaciones que constituye la cultura en que nos desarrollamos: como somos animales que vivimos en el lenguaje, lo psíquico o mental se manifiestan en el acto de conversar, que incluye palabras y emociones. (p. 90).

Los estudios de Neurociencia llevados a cabo por Mc Lean lo ejemplifican muy bien al afirmar que el cerebro humano por ser un músculo ha ido evolucionando desde que éramos primates hasta nuestros días.  Llegando a descubrirse que existen (3) cerebros en uno (cerebro triuno) cada uno con funciones bien particulares y que además la programación neurolinguistica (P.N.L) va llevada con este de la mano en tanto a que lo que decimos ya sea en forma oral o gestual define, lo que pensamos, lo que habita en nuestra cabeza (Nuestros paradigmas).  Precisamente la P.N.L se inicia con los estudios que hicieran Richard Bandler y Jhon a Grinder a algunos psicoterapeutas de la talla de Carl Rogers, Frid Perls, Virginia Satir que demostraban  tener más éxito con sus pacientes que los otros.
Se descubrió que lo que se piensa y lo que se dice es factor crucial en el éxito o fracaso de nuestras acciones cotidianas.  Traspolándolo a la resiliencia, si un niño piensa que puede y se programa a partir de la repetición continua de afirmaciones tales como ¡Puedo salir airoso de esto!, ¡yo sé que puedo!, resulta posible que la probabilidad de lograrlo aumente significativamente.
Caso contrario: si decide derrotarse y pensar que jamás por más que lo intente podrá vencer su adversidad,  la batalla estará perdida.  En definitiva, somos producto de lo que pensamos.  Por esto no es tan sencillo de entender cuando se ha vivido una infancia de soledad, desapego y desarraigo.  El vínculo de afecto del niño con su madre en los primeros años de vida es vital.  Ya que todo bebé humano necesita ser amado, reconfortado, por los brazos cálidos de su progenitora, sentir su olor y su voz.  En palabras de Melillo y Suárez (ob. cit). “Cuando ese proceso no transcurre normalmente, aparecerá un déficit de narcisización, que se puede agravar si los padres no aportan una imagen y un vínculo con el cual el niño pueda identificarse”. (p.93).
Por ello, cuando ese niño o joven no cuenta con los referentes propios de la figura parental puede entonces comenzar a buscar una identidad en la calle, con el jefe de la banda de delincuentes, con el que vende la droga, con la dueña del prostíbulo, o con ese hombre al que le ofrece su cuerpo a cambio de un poco de cariño.  En fin, son captados por cualquier figura dañina que le otorgue algún tipo de reconocimiento y pertenencia.  Esa que no tuvo de sus padres, ni de ningún cuidador cálido y afectivo aún a costa del precio que sea.  Es tan importante este hecho que los estudios realizados a individuos fortalecidos después de una experiencia traumática han confirmado que cuando existe ese sujeto significativo que estimula y gratifica afectivamente los logros del infante, este tiene más posibilidades de recobrarse de los golpes de vida.  Es decir, de ser resiliente. Si se diera el caso de que estos no tuvieran a sus progenitores ese significante puede ser cualquier otro adulto que le brinde ese soporte básico en los primeros años de existencia.
Por otro lado pareciera que estos resilientes tienden a utilizar con mayor frecuencia eso que Freud denominó: Los mecanismos de defensa, los cuales trabajan para reducir la ansiedad y proteger el ego.  Aliviando en cierta medida sus conflictos, casi todos los testimonios más impactantes de personas que han superado situaciones adversas nos muestran mucho de sublimación, en atención a que en su mayoría los mismos se han dedicado con destacado interés a una labor social y humanitaria ya sea como psicólogo, psiquiatra, educador, a favor de los niños y adolescentes que confrontan una existencia difícil. Casi todos han sido transformados tras su experiencia de dolor, reduciendo así sus conflictos internos.  Dentro de este marco  de ideas Melillo y Suárez (ob. cit) agregan:
Un hombre padece una hemiplejia y establece una fundación para obtener fondos con el fin de impulsar investigaciones sobre el problema; un hombre contrae HIV o sida y dedica su tiempo a apoyar a otros.  Estas transformaciones habitualmente generan una mayor empatía y altruismo, por los otros, los mayores beneficios de la resiliencia. (p.29).

Cuando leemos las biografías de esos grandes personajes como Boris Cyrulnik, Tim Guénard, Simón Bolívar, Víktor Frankl, Hellen Keller, podemos sustentar lo expresado anteriormente.  De hecho Guénard (en Cyrulnik y otros, 2004) ha dicho:
Yo, ese que fue abandonado por su madre y apaleado por su padre, ese que venía de un pote de basura, que creció queriendo matar a su padre.  Pues bien, ahora quiero a mi padre.  Sí,  hoy soy un hombre feliz, con una mujer, cuatro hijos y varios amigos, no puedo ser lo que hoy soy sin todo mi pasado (p.71).
Esta última aseveración igualmente compartida por Bolívar, cuando dijera parafraseando: Si mi esposa no hubiese muerto y las desdichas no me hubiesen acontecido, quizás yo hoy no sería el Libertador de Venezuela.
Razón similar expresaría Cyrulnik (2006). Al relatar: “El trauma inscribe en la memoria una huella biológica que se oculta bajo los mecanismos de defensa”. (p.103).  Él, quien fuera huérfano a los seis años de edad, viviendo una vida errante, pasando por diversos hogares y familias de acogida viviendo la soledad y el infortunio es hoy un prestigioso neurólogo, psiquiatra y psicoanalista.  Profesor de la Universidad de Var en Francia, responsable de un grupo de investigación en etología clínica y autor de numerosas obras en torno a la resiliencia.  De sus propias palabras: “Yo soy un ejemplo vivo de que se puede salir airoso y sacar fuerza de las flaquezas esto es posible, sobre todo, si el entorno social está dispuesto a ayudarte” (ob. cit, p.1). Es evidente entonces que ellos al igual que otros Sublimaron su dolor transformándolo en una experiencia vencedora y constructiva.
Autora Lisbeth González.  Tomado de Trabajo de investigación para optar al grado de Magister en Educación, mención Orientación. Laura. Historia de vida de una joven resiliente. (2008) 


viernes, 15 de abril de 2011

Cinco rostros resilientes

Cinco rostros resilientes

... Y ésta es la historia de cinco orugas convertidas en mariposas: libres, transformadas y capaces de volar por sí mismas.
Lisbeth González

A lo largo de la historia aparecen ejemplos de individuos destacados que hicieron aportes significativos para la humanidad, quienes debieron enfrentar severas circunstancias desde: Ana Frank y Viktor Frankl, hasta Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Rigoberta Menchú y tantos otros.  Así mismo pueblos enteros y grupos étnicos han demostrado capacidades sorprendentes para sobreponerse a la persecución, a la pobreza y al aislamiento, así como a las catástrofes naturales o a las generadas por el mismo hombre.  En honor a ellos se sirve este espacio para relatar algunos de sus testimonios, retratados en cada una de sus biografías. A continuación la primera de estas:


Ana Frank (1929-1945) quien naciera en  Frankfurt (Alemania).  Desde muy temprana edad demostró ser una niña muy alegre, inteligente y vivaz, a quién la encantaba escribir en sus ratos libres historias de niños.  Su infancia coincidió con la culminación de la I Guerra Mundial, hecho éste que motivó la grave crisis económica, social, y financiera de su país.  Al mismo tiempo que Alemania estaba en manos de lideres nazis, quienes perseguían a muerte a los judíos acusándolos de estar aliados con enemigos del pueblo alemán.  Y precisamente la familia Frank era judía.  El padre de Ana al ver que Hitler amenazaba con despojar de la nacionalidad alemana a los judíos, no existiendo posibilidad alguna de trabajar ni vivir en paz decide junto a su familia emigrar a Holanda mientras tanto Ana, animaba con su espíritu alegre y sus variadas travesuras a su familia. 
Pero en 1942 cuando dicha niña contaba con tan solo 13 años, su país natal entra en guerra con Europa, y empieza a invadir muchas naciones entre éstas Holanda.  El ejército alemán se desplaza a la ciudad de Ámsterdam donde justamente vivía Ana y su familia, viéndose así en la obligación de refugiarse en el hogar de una señora muy solidaria de nombre Miep Gies quien escondió a ellos y a otros judíos en el anexo de su hogar.  Allí vivieron encerrados por dos años hasta ser descubiertos. (El Nacional, 2004, p.51-53).
Durante todo ese tiempo en plena flor adolescente, la protagonista de ésta historia escribía en su diario todo lo que ella vivía y experimentaba: sus alegrías, vivencias, tristezas, y desafíos. Dicho diario fue entregado a la Sra. Gies cuando la adolescente y su familia son llevadas a un campo de trabajo en Polonia al ser develados. Ana y su hermana mueren de hambre en 1945,  cuando son separadas de su familia y trasladadas a un campo. El único sobreviviente fue su padre quién decide publicar el diario de Ana en honor a la memoria y valentía de su hija y de todos los judíos y perseguidos nazis.
“Curiosamente el diario de Ana Frank ha  sido traducido en más de 55 idiomas y ha vendido 20 millones de ejemplares.  Ella ha sido elegida entre las cien personas más influyentes del siglo XX por la revista Time” (El Nacional, ob. cit, p.53).
Sus fragmentos evidencian que a pesar de ser una adolescente cuando escribía sus notas, su experiencia de vida resulta fenomenológica, en atención a que no todos viven la amarga y cruel experiencia de vivir en medio del horror de la guerra y la persecución.  En tal sentido sus escritos son un legado de reflexiones de vida, así como un ejemplo viviente del poder resiliente, hecho este que se demuestra en el constante humor y positivismo con que asumía la adversidad.
Véase a continuación una entrevista que se le hiciera a una de sus mejores amigas Ana Pik-Goalar en 1996. Publicada en una revista española (citado en el anterior autor):

Los domingos íbamos a la oficina de su padre y desde lo alto de la ventana vertíamos agua sobre los transeúntes.  Ella tenía un repertorio inagotable de bromas.  Hacía sonar sus huesos como si se le estuvieran descoyuntando y la gente gritaba de susto. (ob.cit., p. 92).

Al mismo tiempo Ana Frank mostraba siempre aún en las situaciones más difíciles y críticas una visión optimista y esperanzadora, veamos:
Me es absolutamente imposible construir cualquier cosa sobre la base de la muerte, la desgracia y la confusión….Cuando me pongo a mirar el cielo, pienso que todo cambiará para bien, que esa crueldad también se acabará, que la paz y la tranquilidad volverán a reinar en el orden mundial (Frank, 1998, p.145).

Y precisamente en un estudio realizado por Taylor (citado en Pereyra, 1997) encontró que las personas que poseían ilusiones positivas o que asumían posturas positivas ante situaciones graves, tendían a irles mejor que los que se aferraban a la realidad firmemente.
Para Pereyra (1997) La actitud positiva y el buen humor permiten no sólo conservar la esperanza en los momentos más sombríos sino que también facilitan una salida positiva al mismo.  De hecho estudiosos del tema de la resiliencia (Cyrulnik, 2006; Melillo y Suárez, ob. Cit; Barudy y Dantagnan, ob. cit) han puesto de manifiesto que el optimismo la esperanza y el buen humor son factores claves de resiliencia.
La historia de Ana Frank nos remite a evocar una película de: Benigni (2003) La vida es bella. Dicha producción cinematográfica, cuyos críticos han denominado como una fábula chaplinesca, gira en torno a la fuerza de la imaginación en la dura y cruel realidad de la Europa de la segunda guerra mundial, donde el protagonista Guideo, hombre alegre e inocente deberá utilizar su gran espíritu infatigable, afable y resiliente para salvar la vida de su pequeño hijo y su esposa. Esta hermosa comedia romántica nos hace reflexionar sobre el poder de la risa y el buen humor no sólo para conmover el corazón humano, sino también para poder vencer las fatalidades que son propias a la existencia humana.
Casualmente la paradoja de la resiliencia está en que a veces la crisis es una oportunidad para poner a prueba nuestra fortaleza interior.  De hecho en un estudio dirigido por Stinnet (citado en Pereyra, ob. cit) sobre familias sólidas encontró que en momentos de crisis el 75% de ellos habían descubierto circunstancias positivas en medio del dolor y la desesperación y que se habían tornado más cariñosas y apreciadas que nunca.
Otra biografía impactante de gran soporte resiliente es la de Viktor Frankl, (1905- 1997) creador de la Logoterapia. Su vida y obra al igual que la de Ana Frank estuvo desarrollada en el contexto de la guerra Mundial y son una secuencia de hechos encadenados en un testimonio.

Viktor era hijo de Gabriel Frankl y Elsa Lión, nació el 26 de marzo de 1905, era un niño más bien frágil que se interesaba más por hablar sobre ideas que por jugar.  Tenía éste tan solo nueve años cuando se desata la I Guerra Mundial  (1914 – 1918). Muchas veces Viktor,  comentó que su familia había aprendido a sobrevivir y a saber lo que era ser pobre.
Éste, al igual que la niña Ana vivió el trauma de la persecución Nazi por ser él y su familia judíos. En 1941 contrae matrimonio con Tilly Grosser, la cual queda inmediatamente embarazada, pero meses después los Nazis obligan a Tilly a que aborte su primer hijo.
En 1942 el Dr. Frankl (quien ya era Psicólogo), es deportado a un campo de concentración junto a sus padres y a su esposa. Al año muere su padre a causa de la debilidad  por el hambre y por la neumonía de la cual padecía.  Al poco tiempo Viktor y su esposa son enviados a otro campo de concentración separando a éste de su madre quien muriera en 1945 en la cámara de gas. Ese mismo año muere su esposa Tilly.  Después de sufrir Viktor tantas pérdidas, en medio del dolor reflexiona en torno a la muerte y como puede escapar de ella.  Así mismo empieza a buscar un nuevo sentido a la vida.  Durante su estancia en los campos de concentración, al igual que Ana Frank escribe lo que será después su primer manuscrito. Pese a que éste fue arrebatado por los Nazis lo rehace en docenas de papelitos en las que tomó notas taquigráficas.
Muchos podrían haber pensado que la desgracia y la tragedia experimentada lo convertiría en un hombre amargado, sombrío, triste.  Pero no fue así, la adversidad hizo de éste un ser humano más fuerte capaz de encontrarle sentido a la vida y a la adversidad.  El mismo Frankl. (1979) concluye:
Llegue a comprender que lo primordial es estar siempre dirigido o apuntado hacia algo o alguien distinto de uno mismo: hacia un sentido que cumplir u otro ser humano que encontrar, una causa a la cual servir a una persona a la cual amar. (p.42).

De hecho en 1947 reconstruye su vida contrayendo nupcias con Elly (Eleonore Schwindt) la cual le da una hija Gabrielle, quien estudiara tiempo después como él Psicología. Para la aquí investigadora no cabe la menor duda que Viktor Frankl  enfrentó la adversidad con una actitud resiliente.  “Metamorfoseó la realidad”, diría Cyrulnik (2006) a tal punto de crear un método psicoterapéutico llamado logoterapia reconocido a nivel mundial como la III escuela Vienesa de Psicoterapia después de la Freud y Adler.
Su postura resiliente se muestra enfáticamente cuando él mismo Frankl (ob. cit). Escribe:

Lo que en verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y, después enseñar a los desesperados, que en realidad no importa lo que esperamos de la vida, sino lo que espera la vida de nosotros. (p.35).

Al mismo tiempo escribió: “Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino”. (p.12).
Por lo que Viktor Frankl es sin duda alguna un ser humano que decide no morir ni vencerse ante las dificultades sino que las enfrenta, haciendo de él un hombre fortalecido con una visión filosófica y hermosa de la vida.  Así como también con la firme convicción de la esperanza y la de buscarle un sentido  a la vida a través de lo que él denominó los valores actitudinales los cuales incluyen virtudes como la valentía y el buen sentido del humor.  Pero su ejemplo  más noble y admirado está en el logro del sentido a través del sufrimiento. Cualidades estas que según Rutter (1993) son factores temperamentales que ayudan a fomentar una postura resiliente. Siendo Viktor Frankl para algunos como Cyrulnik (2006) y Melillo y Suárez, (ob. cit), uno de estos.
Por otro lado se podría afirmar que la historia venezolana está llena de héroes resilientes uno de estos es Simón Bolívar (1783 -1830).
Su historia personal estuvo marcada siempre por la pérdida y la soledad porque aunque nace en cuna de oro el 17 de Diciembre de 1783, a muy corta edad queda huérfano de padre y madre.  De hecho al poco tiempo de cumplir Bolívar los (3) años de edad muere su padre el 19 de Enero de 1786, y unos pocos días antes de que el cumpliera nueve años muere su madre el 6 de julio de 1792. Según Romero (1977):
Al morir la madre de Bolívar a éste lo trasladan a vivir con el tío Carlos, pero este es un arranque de impetuosa rebeldía se fuga de la casa del tío un día antes de cumplir los doce años de edad (p.17).

Además del tío Carlos en el texto del Círculo de Lectores (1981), se refiere que Simón también vivió con su tío Feliciano Palacios, quien lo lleva a su casa y se constituye en su tutor. Sin embargo, el niño extraña su antigua casa, sus hermanos, su matrona, pero lo que aún más extrañaba era la ausencia de una mano cariñosa que le calmara cuando no podía conciliar el sueño nocturno en las noches de tormenta.
Según el anterior autor: “El tío que le ama entrañablemente, al verle decaer día a día comprende que esa disciplina escolástica anula en el pequeño su personalidad.” (p 23).
Pero quienes se han detenido a estudiar con minucioso interés la vida del Libertador se pueden dar cuenta de que éste fue un resiliente.  Ya que aún y cuando su existencia estuvo signada por la constante pérdida de sus seres queridos no tan sólo de sus padres, sino también de su esposa María Teresa del Toro y Alaiza, tan solo a escasos (8) meses de vida conyugal cuando ésta es atacada por la fiebre amarilla, muriendo así en 1803.
La biografía de Bolívar reseña que éste, en las situaciones de vulnerabilidad siempre contó con una mano amiga y un adulto significativo que aminoró en cierta medida sus momentos de crisis. En atención a esto Romero (ob. cit) señala: “Cuando Simón nació su mamá estaba muy delicada de salud,  por lo tanto, había pensado en la negra Hipólita para que amamantara al niño “(p.17) coincidencialmente en Círculo de Lectores, (ob. cit.) se menciona que:
El 06 de Julio de 1792 muere Doña Concepción Palacios y el niño Simón a los 9 años, sin sólidos lazos de autoridad, solo tiene un afecto profundo, paradójicamente en una mujer de color, Hipólita, aquella negra que lo atendió y amamantó desde su nacimiento. El recuerdo de Hipólita siempre se mantuvo vivo en el corazón de Bolívar. A tal Punto que en 1825 escribe a su hermana: Te mando una carta de mi madre Hipólita para que le des todo lo que ella quiera, para que hagas por ella como si fuera tu madre: su leche ha alimentado mi vida, y no he conocido otro padre y madre que ella. (p.23).

Nótese entonces, que ante la ausencia de sus padres biológicos el niño Simón sustituyó sana y afectivamente ese cariño hacia Hipólita quien fungió desde su nacimiento como su cuidadora. Debió ser muy significativo el amor que esta negra le brindara, al oír de boca de un mantuano elogios hacia una mujer de color,  tomando en cuenta que en la Venezuela colonial de ese entonces las diferencias sociales estaban marcadas fundamentalmente por el color de la piel.  Para los blancos peninsulares y criollos, los negros y los indios eran considerados humanos inferiores, a tal punto que sólo podían ser vistos y utilizados como mano de obra esclava, sin gozar de ningún derecho.
Si bien es cierto, que Hipólita fue figura importante en la existencia de Bolívar no podemos dejar de mencionar que a partir de los doce años, éste último conoce a quien fuera su tutor resiliente.

Su Maestro Simón Rodríguez quien ejerciera una gran influencia en su vida, ya que éste a diferencia de sus otros maestros no era un preceptor conservador ni tradicional, por el contrario era profundamente anticlerical, enfervorizado lector de los ilustrados. Un revolucionario en cuanto a sus métodos pedagógicos.  Hay quienes dicen que Rodríguez era tildado de “loco”, le enseñaba a sus discípulos de anatomía utilizando su propio cuerpo como modelo, imaginémonos en esa época los pudores y algarabías que esto levantaba. Pero para el joven Libertador fue más que un educador cualquiera.
Bolívar admira a su maestro y proyecta en él la imagen del Padre que le falta… “Simón Rodríguez es un padre afectuoso, comprensivo, compañero de juegos, casi un hermano mayor, sabio, conocedor del mundo y sus placeres” (Círculo de Lectores, ob. cit, p.25).
Era tal la admiración por su tutor, que su discípulo lo llamaba El Sócrates de Colombia.  Llegando en una oportunidad a expresar: “Usted formó mi corazón para la vida, para lo grande, para lo hermoso”.
De este modo se puede afirmar, y es punto compartido por muchos estudiosos en el tema que el factor protector más fuerte ante una situación estresante es contar con un apoyo cálido, amoroso y consecuente durante los primeros años de vida, eso que Cyrulnik (2006) denominó “un vínculo afectivo protector” (p.69) que quedó en el pequeño Bolívar como huella de su memoria biológica. Es esto tan importante para la promoción de la resiliencia que el mismo Cyrulnik (2006) señala:
Esta es la razón de que todos los que han tenido que superar una gran prueba describan los mismos factores de resiliencia. En primer lugar, se indica siempre el encuentro con una persona significativa.  A veces basta con una, una maestra que con una frase devolvió la esperanza al niño, un monitor deportivo que le hizo comprender que las relaciones humanas podían ser fáciles, un cura que trasfiguró el sufrimiento en trascendencia, un jardinero, un escritor cualquiera pudo dar cuerpo al sencillo significado:  Es posible salir airoso. (p.214).

Tal y como lo tuvo el personaje en estudio de la negra Hipólita y de su principal preceptor resiliente: Don Simón Rodríguez, quien fuera también un resiliente.  De allí el interés de estudiar ambas biografías.
Este último nacido en Caracas solo doce años antes que su alumno y que a diferencia de éste no tuvo ni riquezas ni blasones pertenecía a una familia de pequeña burguesía en cuyo seno la discordia era la norma.  Cuenta la historia que su nombre verdadero era Simón Carreño Rodríguez pero éste entabla una fuerte discusión con su hermano, y con su padre decidiendo entonces renunciar a su apellido paterno, por eso es que a él se le conoce por su apellido materno, (Rodríguez).  Muy joven quedó huérfano y con tan solo 14 años se marcha a Europa.  En Círculo de Lectores (ob. cit) se señala que Rodríguez:
Recorrió el  continente a pie, tratando de grabar en su retina las huellas de la historia de la humanidad presente en cada callejuela, en cada piedra.  En Francia establece contacto con Rousseau y Montesquieu y se transformó en ferviente admirador y difusor del contrato social y del Emilio (p. 24).
   Éste con apenas 23 años decide conspirar junto a varios amigos, en contra de la Hegemonía Española, inspirándose en la experiencia de otros países. Pero dicho complot, es descubierto. Éste es apresado y condenado a muerte logrando escapar.  Como es evidente un hombre que a pesar de no vivir una infancia fácil llegó a ser el maestro de maestros.
En este sentido Henderson y Milstein (ob. cit) “reconoce que sería poco realista pretender que los alumnos fueran resilientes si sus docentes no lo son” (p. 56).
Para los anteriores citados, un docente puede llegar a ser factor fundamental en la promoción de la resiliencia, ya que si el docente ha estado en situación de riesgo, el cual ha soportado y vencido puede así encontrar la energía y fuerza necesaria para promover la fortaleza en sus alumnos.           
En efecto, esto fue lo que sucedió entre Bolívar y Rodríguez. La vivencia resiliente de éste último impulsó desafíos y la adopción de un modelo de conductas y actitudes de resiliencia en el que llegaría a ser el Libertador.  Teniendo en cuenta esto la figura del maestro en Venezuela debe dejar de estar limitada a la conducción y facilitación del conocimiento, para transformarse en una verdadera imagen de adulto significativo: (cálido, humano, y afectivo) para una gran población de niños y jóvenes excluidos y carentes de vínculos de afectos profundos. 
Quien sea o haya sido educador no puede negar que cada día es más alarmante observar una escuela y unos educadores castigadores, impositores, fríos, indolentes.  Razón que llevó a Esté (1999) a inquirir lo del aula punitiva. Por eso hoy más que nunca no sólo debe estudiarse y promoverse la resiliencia como un hecho individual y humano, sino que también ésta debe expandir sus brazos hacia las instituciones de resguardo,  las escolares, los docentes y el propio barrio. Espacios estos de vida del niño y adolescente.
Finalmente, hay un comentario de Bolívar que es pertinente detenerse a reflexionar:
Sin la muerte de mi mujer no hubiera hecho mi segundo viaje a Europa, y es de creerse que en Caracas o san Mateo no me hubiera nacido las ideas que adquirí en mis viajes, la muerte de mi mujer me puso muy temprano en el camino de la política y me hizo seguir después el carro de Marte en lugar de seguir el arado de Ceres. (Círculo de Lectores, ob. cit, p 35)

Estas palabras han obligado a muchos historiadores a interrogarse repetidas veces que habría sido de la vida del Libertador de América si no le hubiesen acontecido tan desdichados sucesos. Quizás no habría sido lo que fue, ya que la capacidad de resiliencia no sólo consiste en recobrarse de los golpes de la vida, olvidando lo doloroso de la misma por el contrario, para Walsh (citado en Pereyra, ob. cit) significa desplazar el foco de los prejuicios o daños del infortunio a un paradigma basado en la competencia, orientado a la fortaleza.

Esto último hizo a Rigoberta Menchú Tum no dejarse amilanar ante el infortunio de haber perdido a sus padres y a sus dos hermanos en la lucha por los indígenas Maya Quiché, del cual  son sus orígenes.  Por el contrario desde el exilio en México a partir de 1981 continuó su incansable labor de denuncia sobre el genocidio en Guatemala, iniciando también el conocimiento profundo y la lucha de los espacios de la comunidad internacional a favor de los derechos de los pueblos indígenas del mundo. Esto la hizo acreedora del premio Nóbel de la Paz en 1992 y como ella misma lo afirma (1993): “Mientras yo viva, el Premio Nóbel que recibo tendrá  un sentido” (p.2).
Esta última frase también expresada no por casualidad por Viktor Frankl y Simón Bolívar.
Al parecer, todos los resilientes son como una oruga escondidos en su propio capullo, que una vez resistentes y fuertes ante el dolor emergen como mariposas,  capaces de encontrar un sentido lógico a la vida después del infortunio.
En fin esos hombres y mujeres admirados por muchos y ahora investigados por otros han tenido que superar incapacidades y adversidades que hubieran destrozado un alma frágil.  Como las mariposas que salen de su capullo, estas grandes figuras históricas lucharon y vencieron los límites marcados por las circunstancias, de una manera que hace que sus logros sean aún más sobresalientes.  Es más pareciera que el recipiente para una auténtica grandeza incluye un toque de fortaleza. Esa que no hizo morir a Helen Keller, después de quedar ciega, sorda y paralítica.
La pérdida auditiva de Ludwing Van Beethoven no minimizó la grandeza del compositor. Hay muchos jóvenes y niños venezolanos comunes que caminan por nuestras calles que también tienen una historia linda que contar, un testimonio de fortaleza y valentía, heroes anónimos que no deberían  permanecer en el anonimato porque su capacidad resiliente debe inspirarnos no sólo a admirarlos sino a estudiarlos y promoverlos.
Autora: Lisbeth González.(2008). Tomado de trabajo de investigación para optar al titulo de Magister en Educación, mención Orientación. Laura. Historia de vida de una joven resiliente


jueves, 14 de abril de 2011

Taller de mandalas para niños

http://www.facebook.com/album.php?aid=2128286&id=1244344277&l=bd63eebddc
Los niños son  ángeles que Dios envía a la tierra para enseñarnos el valor de la pureza, de la lealtad, de la candidez y la inocencia. Son ellos quienes al pintar despliegan todo su potencial creador, ese que es elocuente, sin tabúes, sin mascaras. Son sabios como la naturaleza porque pueden pasar horas en sus asombrosos descubrimientos, disfrutando de la lluvia, del color de una mariposa, del aroma de las flores. Son filósofos porque solo ellos se inquietan y se interrogan lo que los adultos pasan desapercibidos por miedo a parecer ignorantes. Sus abrazos son sinceros, sus alegría entusiasta, su fe inquebrantable, son hacedores de sueños porque llevan dentro de sí  la mágica oportunidad de perdonar y empezar de cero como si nada hubiera pasado. Por eso y por mucho más doy gracias a Dios y a la vida por permitirme la oportunidad de educar y haber compartido con estos maravillosos niños este taller, que está cargado de color, de paz, de amor, de ese mundo interior de cada uno... Sin duda un día especial para mi y para el tesoro más grande de mi vida. Para ti Fabiana...

sábado, 9 de abril de 2011

Pilares de la resiliencia

Pilares de la Resiliencia

Los atributos que aparecen con frecuencia en los niños y adolescentes considerados resilientes han sido designados como pilares de la resiliencia Según Suárez (En Melillo y Suárez, 2004) Estos son:
1.  Introspección: Entendido éste como el arte de preguntarse a sí mismo, dándose una respuesta honesta.  Para los psicoanalistas no es más que el desarrollo equilibrado de la relación del yo con el súper yo ideal del yo del sujeto.  En esta autorreflexión interna se puede detectar la adecuada o inadecuada autoestima del individuo.  Si ésta es negativa y el yo es víctima de una exacerbada crítica interna o esta agobiado por las exigencias de sus ideales, no va a poder darse una respuesta honesta.  Pongamos el siguiente ejemplo: un adolescente coactado por una banda de delincuentes no puede reflexionar y ser sincero consigo mismo en relación a sus malos pasos, porque necesita pertenecer y ser reconocido por ese grupo, para mantener su equilibrio aun a costa de su conducta patológica.  Es decir, que esta introspección está ligada a una sólida autoestima, que a su vez es fruto de sus buenas relaciones con los otros significativos. Los niños resilientes siempre buscan identificarse con personas alentadoras y de no ser así, lo reconocen.  Por eso hay quienes piensan que el primer paso para vencer un problema es reconocerlo.
2.  Independencia: Entendido como la fijación de límites entre uno mismo y el medio con problemas, manteniendo distancia emocional y física sin caer en el aislamiento.  No es fácil para un individuo que ha sido abandonado por sus padres o abusado sexualmente no sentir culpa por ello.  La independencia permite que ese sujeto pueda darse cuenta que lo que él vive no es su culpa sino producto de una circunstancia externa difícil que se puede reconocer y manejar.  A veces el infante o el joven por temor a perder el cariño de sus padres niegan consciente o inconcientemente la realidad penosa que viven quedando atrapados en situaciones de abusos y negligencias.  Solo si este tiene un juicio adecuado, apoyado en una sana autoestima podrá fijar límites con el medio o personas problemáticas.
3.  Capacidad de relacionarse: Uno de los más importantes pilares de  resiliencia es la habilidad para establecer lazos de unión y cariño con otra gente, en un intento de equilibrar la propia necesidad de afecto, con la actitud de brindarse a otros.  La provisión constante de amor que requiere la autoestima del sujeto moviliza esta necesidad, durante toda la vida. Sin embargo, un desequilibrio narcisista puede dificultarla, tanto por déficit como por exceso.  Un infante que se crea no merecedor de afecto evitará a toda costa el contacto. Y los demás obviamente lo evitaran confirmando así su creencia.  Así mismo cuando hay un exceso de sobreestimación defensiva el individuo se muestra orgulloso, prepotente, escurridizo, autosuficiente rasgos que terminan por ahuyentar a los otros.  Es frecuente oír de la boca de asesinos y delincuentes el no merecimiento a  la  vida.  Es decir; si no me importa mi propia existencia; ¿Por qué habría de importarme la del otro? Afortunadamente un resiliente busca a alguien significativo que pueda amilanar su dolor y con el cual relacionarse adecuadamente.
4. Iniciativa: Que es el gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes recordando a Guénard (en Cyrulnik y otros, 2004) “Tenía que llevar piedras, subir escaleras de mano.  Me dolían los brazos, las piernas, la cabeza.  Pero quería ganar, porque me habían dicho que era irrecuperable” (p.75). Un resiliente es una persona que esconde dentro de sí la fortaleza y el empuje para salir adelante. Son perseverantes que llevan dentro de si la energía interior para vencer cualquier afrenta.
5.   Humor: Encuentran lo cómico en  la  tragedia.  Es tan importante este pilar que el mismo mereció un análisis más explicito como se observará más adelante.
6.   Creatividad: El cual figura como la capacidad de crear Orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden,  que al igual que el humor merecerá un análisis más exhaustivo.
7.   Moralidad: Es la consecuencia de extender el deseo personal de bienestar a toda la humanidad, al mismo tiempo poseer un alto sentido ético y de los valores hacia los otros, cosa que ya se evidencia desde muy temprana edad, pero sobre todo a partir de los 10 años.  Esto indica que no basta con haber superado el trauma y destacarse, se necesita de un poco de moral, de sentido humano y ético para ser modelo y ejemplo a los otros.  No podríamos citar como resilientes a un Hitler, un Mussoline, un Alcapone, un Sadam Hussein. Todos venidos de situaciones difíciles que llegaron a ocupar incluso un lugar en la historia pero que sin embargo su conducta patológica difiere mucho de una persona que ha saneado o como diría Cyrulnik (2006). “Metamorfoseado el dolor”, el trauma.  Esa herida sigue abierta, supurando la pus de la desdicha, y por eso quiere ver a los demás pisoteados, devastados, mallugados.
8.  Autoestima Consistente: La cual es la base de los demás pilares y fruto del cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente por parte de un adulto significativo.


Los Timotos, los Incas y el Japón ejemplos para el mundo de sociedades resilientes








Los Timotos, los Incas y el Japón ejemplos para el mundo de sociedades resilientes  

   Sólo se puede entender un sistema observando el
Conjunto  y no solo una de sus partes.
Senger, (citado en Marinoff, L. 2000.) Más Platón y menos Prozac.


Desde tiempos primitivos el hombre ha tenido que enfrentar la adversidad. Su vulnerabilidad ante diversas situaciones ha quedado demostrada en lo que tiene que ver con las condiciones geográficas y ambientales de un hábitat difícil y las diversas formas creativas con que el hombre ha respondido ante estos retos, demostrando su gran potencial humano para adaptarse al medio, transformándolo de acuerdo con sus necesidades e intereses. Por ejemplo, ante las inclemencias del frío el hombre utilizó las pieles de animales como abrigo, frotando dos piedras descubre el fuego y con él sus diversas utilidades, que  van desde el calentamiento en los días de intenso frío, hasta el cocimiento de los alimentos y por si fuera poco su utilización para el fundimiento de ciertos metales.  Esto último supone para algunos antropólogos como Beals y Hoijer (1981) una fase de gran desarrollo cultural en la historia de la humanidad. Por ello, estos autores comentan:
Que el ser humano en su devenir histórico va comprendiendo la necesidad que tiene de agruparse con otros, con el fin de organizarse y ayudarse mutuamente dejando atrás su vida errante, solitaria y nómada para así hacerse sedentario, comunitario, tribal y de esta manera poder trabajar en conjunto, al mismo tiempo que le permitía defenderse de los ataques de otras comunidades o tribus.  Ya no utiliza las cuevas como refugio sino que al hacerse sedentario necesita de un aposento seguro y estable, para ello se vale de los recursos que le ofrece la naturaleza realizando de manera artesanal sus viviendas adaptándolas claro está a su medio, estas van desde un iglú hasta una choza. (p. 119).

Ante esta vulnerabilidad al espacio geográfico el individuo no solo demostró que era capaz de enfrentarlo y superarlo, sino que incluso desarrolló un cúmulo de experiencias, saberes y vivencias llamadas hoy cultura.
Según Tornell (1976) en ciertas cuevas de Europa han quedado vestigios de grabados en piedra (arte rupestre) y petroglifos donde quedó marcado su paso y su interpretación del mundo y de las cosas.  Algunas veces la intención de las pinturas o grabados era identificar al animal que se quería poseer, en otros casos el hombre o la mujer sedentaria hacían formas abstractas o estilizadas más bien con funciones simbólicas.
Si nos remontamos a la realidad prehispánica vamos a encontrar grandes testimonios de esa valentía interior para superar las desventajas. El primero de éstos tiene que ver con el supuesto origen del hombre americano, algunos teóricos sostienen que el indígena no es autóctono de América.  Las teorías de Alex Hrdlicka y Paúl Rivet proponen diferentes orígenes del hombre americano.
Para Mcnall (1983) “La teoría hasta ahora más aceptada supone que la vía de penetración más segura de éstos fue el estrecho de Bering por lo que el hombre americano no es autóctono” (p.85); es decir, no evolucionó ni apareció en América, inmigró hacia ese lugar.  Es imposible entonces dejar de imaginar todo lo que estos seres tuvieron que desafiar para poder vencer los contratiempos que se le presentaban en un mundo carente de ciencia y tecnología donde su principal instrumento era la capacidad de invención, la fortaleza, la valentía y la autonomía para colocarse al frente de las vicisitudes reinantes.
Para un estudioso del tema como Salcedo (1985) “Algunos indios mostraban un espíritu taciturno, reservado, apesadumbrado, un ser nostálgico y no enteramente adaptado al trópico”. (p.272). Dichas implicaciones psíquicas estarían relacionadas con un determinismo geográfico a la adaptación del indio a un medio natural extraño.  Sin embargo esta presunción deja de cobrar fuerza cuando leemos las características de las diferentes culturas precolombinas y sus diferentes grados de desarrollo, resultando así un hecho interesante que no todos los  indígenas respondían de igual manera ante las situaciones de riesgo de un hábitat que le era intrincado, diferente y desconocido.  En este sentido hablar del indígena en América es hacer referencia a la heterogeneidad, pluralidad y diversidad de los mismos.
A propósito de esto Villanueva (2002) refiere: “Ya en tiempos anteriores a Colon, este continente era tierras de contrastes: Desde pueblos nómadas y cazadores de la pradera Norteamericana y la Selva Amazónica hasta esplendorosas, lujosas y populares ciudades en Centroamérica y los Andes Suramericanos”. (p. 174).
No cabe duda que cuando los españoles llegaron a estas tierras, encontraron nativos en todos los niveles de desarrollo desde los más primitivos cazadores, recolectores y pescadores hasta los más adelantados capaces no sólo de hacer imponentes palacios, redes de acueductos y alcantarillados sino también delicadas operaciones craneanas.  En consecuencia Beals y  Hoijer (1981) afirman que los Incas heredaron a la América un ejemplo invaluable de administración comunitaria que aún hoy asombra al mundo.
Quienes han leído con minucioso interés la cultura Inca han quedado maravillados ante lo que como pueblos estos fueron capaces de lograr: Derrotar el hambre y la angustia del mañana gracias a su excelente organización y disciplina en el trabajo. Ante éste hecho Villanueva (2002) expresa:
Cuentan los cronistas españoles que, al invadir el imperio de los Incas no encontraron ladrones, ni hombres viciosos u holgazanes, ni mujeres adulteras y los hombres tenían trabajos provechosos y honestos. Conocieron de la medicina preventiva a través del conocimiento de las diferentes hierbas.  En medicina curativa fueron cirujanos expertos.  De hecho en el museo de Lima se exponen multitudes de cráneos trepanados. (p. 186).

Eran tan adelantados que aún y cuando la topografía del Perú es eminentemente abrupta éstos construían carreteras y aposentos que les servían para acampar y descansar en los días de agotador viaje. Otras culturas con terrenos más planos no alcanzaron éste florecimiento.
Si de la cultura Prehispánica Venezolana se trata, algunos historiadores como: Salcedo (1985), Brito (1979), Rojas (2003) sostienen que no todos tenían las mismas características físicas, ni de organización política y social.  Nunca existió el indio venezolano como tipo común y homogéneo.
Dentro de estos términos, es más exacto hablar en plural de indios venezolanos siempre con una idea general que encierra diversidad y heterogeneidad.  No olvidando como argumento fundamental de la antropología que aunque la especie humana sea una sola entre ellas hay claras y notorias diferencias.  Razón por la cual Salcedo (ob. cit) comenta que “Entre los indios que habitaban el Territorio de Venezuela habían diferencias en los matices de la piel, en la talla, la forma del cráneo, de los ojos y de los labios”. (p. 269).
De allí  que la etnología moderna los clasifique por áreas culturales.  En consecuencia el tema que aquí nos interesa mencionar, es que precisamente los más adelantados eran los que estaban ubicados en la Región Andina (Táchira, Mérida y Trujillo) conocidos como los Timotocuicas, mientras que los más atrasados eran los que ocupaban la región de Los Llanos, que apenas eran recolectores, cazadores y pescadores.  No por casualidad algunos de manera jocosa, describen al andino como una persona de inteligencia vivaz, trabajador y disciplinado donde incluso varios de éstos han asumido en diferentes periodos constitucionales la Presidencia de Venezuela; (los andinos al poder) representados en: Cipriano Castro, Marco Pérez Jiménez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Carlos Andrés Pérez, quizás habilidades éstas generadas de sus antepasados: los Timotocuicas. De éstos últimos Brito (1979) expresa:
La agricultura de los timoto es la forma de actividad más avanzada que se observa en los primitivos pobladores del territorio venezolano. Construían muros de piedra en las faldas de sus montañas para retener la tierra vegetal a manera de terrazas que mantenían bajo cultivo. Así mismo labraban la tierra utilizando estanques o lagunas artificiales hechas con agua traída de lejos y construidas en puntos a propósito y con cierto arte desde vallados de piedras y barro hasta muros de contención para detener las aguas pluviales. (p. 23).

Para la investigadora  lo maravilloso de este relato está en que precisamente los indios más adelantados eran los que más tuvieron que enfrentar las condiciones adversas de su medio geográfico, ya que los Incas (del Perú) y Timotocuicas (Región Andina Venezolana) estaban ubicados en zonas montañosas de difícil acceso, donde el clima era extremadamente frío debido a su posición altitudinal.  Sin embargo, los indios del área Andina Venezolana crearon lagunas artificiales que construían con sus propios brazos, subiendo grandes alturas.  Éstas eran utilizadas para regar un cultivo de extremo adelanto a tal punto que fue incluso imitado por isleños que vinieron en tiempos perejimenistas a nuestro país. Mientras que los recolectores, cazadoras y pescadores de los Llanos que contaban con una tierra cultivable de tipo A1, con un clima más  cálido y favorecedor, así como con un terreno de extrema planicie eran los más atrasados. 
Aquí es donde entra en juego el dilema de la resiliencia, donde los peores momentos y las situaciones más difíciles parecieran ser las mejores.  Será acaso ¿Qué la adversidad resultó para algunas culturas un desafío para desarrollar y potenciar sus habilidades?   ¿Su éxito tendrá que ver con la capacidad de organizarse, ayudarse y compensarse unos a otros? Tomando en consideración que los Timotocuicas eran sedentarios y tenían por tanto una excelente organización familiar y social, denominados por algunos como Barudy (1998) fuentes de apoyo externo resiliente.  Lo cierto es que éstos son ejemplo histórico de fortaleza, iniciativa, creatividad y trabajo en equipo características estas asumidas por diversos autores (Melillo y Suárez, 2004; Kotliarenco y Cáceres, 1994; Barudy y Dantagnan, 2005) como pilares de la resiliencia. 
A esta raza de hombres valientes les tocó asumir una nueva afrenta: El proceso de conquista y colonización.  El indio no acostumbrado a los trabajos forzados, con una riqueza lingüística y cultural, con una especial cosmovisión del mundo, le impusieron a la fuerza una religión, un lenguaje, una creencia, una nueva situación. La de ser esclavo, perdiendo así su libertad, grande e indómita como es América. Ante este hecho la población indígena fue excesivamente diezmada, fenómeno éste que llevó a  Salcedo (ob. cit) a puntualizar “Esta disminución poblacional no sólo se debió a factores negativos como la catástrofe social de la conquista, esclavización y servidumbre sino también a factores positivos como su fusión con otras razas”. (p. 271).
Éste último hecho resultó ser una respuesta resiliente ante los desafíos de un proceso de colonización que exigía del indígena una postura diferente, dando como resultado ese sincretismo cultural, así como ese conjunto de matices y colores que definen al venezolano reconocido en el mundo entero por sus mujeres bellas como consecuencia, de esa vasta riqueza mestiza.  No sólo América fue ejemplo de altas manifestaciones resilientes, la Alemania Nazi nos conmueve con ejemplos de personas que en situaciones de guerra, sucesos traumáticos y catastróficos demostraron una gran capacidad para afrontar los problemas y al mismo tiempo fortalecerse de esa fatal experiencia.
A propósito de esto Villanueva (ob. cit) apunta: el régimen de Hitler desató una furiosa y cruel persecución contra los judíos en campos de concentración, crematorios, cámaras de gases y otros siniestros.  Entonces: ¿Cómo  resurgió Alemania después de haber enfrentado tan fatal experiencia? ¿Por qué algunos judíos perseguidos por los nazis no se dejaron amilanar, ni derrotar tan fácilmente? ¿Qué hizo a Víctor Frankl y Ana Frank (judíos) tener una visión esperanzadora, renacedora y optimista ante las situaciones más horrendas? Japón es otro ejemplo interesante de ser considerado ya que el mismo sufrió los embates de la bomba de Hiroshima siendo un país tan pequeño, sin grandes recursos económicos además de  sísmico y sobre poblado, logró ser  una potencia mundial.  Estos logros no sólo han estado dirigidos al aspecto económico y tecnológico sino que su cultura es un legado de altos valores como el trabajo, la cooperación y la excelencia.
La interrogante: ¿Será Japón sin saberlo un país Promotor de Resiliencia? ¿Qué características podrían tener en común países como Japón, con culturas como los Incas y Timotocuicas?
Dichas incógnitas además de permitirnos una visión global para éste estudio, podrían resultar punto de interés para quienes deseen ahondar en este tema.
De hecho hoy se habla no sólo de individuos resilientes, también de países, culturas, escuelas, docentes, gerentes y hasta comunidades promotoras de resiliencia.