sábado, 5 de febrero de 2011

El antimaestro versus el maestro

El nuevo sistema educativo venezolano nos brinda la oportunidad de crear el currículo. A diferencia de la educación de otras generaciones donde el programa se imponía en una serie de objetivos generales y específicos predeterminados que en la mayoría de los casos no se adaptaba a las necesidades, aspiraciones, intereses y psicología del educando. Las estrategias y procedimientos eran ortodoxas y rutinarias, salvo en raras excepciones el  educador concebía el acto de enseñar desde el atrevimiento y osaba realizar el acto pedagógico con libertad. Sin embargo los que fuimos educados en esos tiempos agradecemos la entrega, ética, profesionalismo y liderazgo que nuestros maestros poseían. Fuimos formados con grandes exigencias que hicieron de nosotros hombres y mujeres de gran calidad humana y profesional. Pensar en el educador de esos tiempos es recordarlo con respeto, admiración y cariño. Ser profesor era algo grande y majestuoso. Evoco en mi memoria aquellos educadores que despertaron en mí ese sentimiento lindo por el saber y esas ganas inmensas por alguna vez parecérmeles. En ocasiones criticaba esa extrema disciplina con la que se cuestionaba la aprobación o no de una cátedra en particular. Los humanistas y soñadores como yo sufríamos inclementemente por comprender esas famosas tres marías: Física, Química y Matemáticas que tantas noches de insomnio y lamentos nos hicieron padecer, pero que al final entendíamos que teníamos que estudiar para así poder alcanzar el tan anhelado título de bachiller. El mundo era concebido, comprendido y entendido desde el hemisferio Izquierdo.
Hoy el paradigma emergente nos abre la posibilidad de atrapar el mundo desde todas las vertientes, el currículo es flexible, abierto y te proporciona la extrema libertad para volar hasta donde creas capaz de hacerlo. Las tics son una herramienta maravillosa para acceder en sólo segundos al conocimiento e intercambio de ideas. Las redes sociales nos conectan al mundo y hasta permiten el reencuentro con personas que pensábamos lejanas y difíciles de conocer o hallar. La ciencia y tecnología se sacuden a pasos agigantados de la pasividad y la ignorancia, sin embargo hoy el maestro es considerado un profesional de segunda, un individuo con baja autoestima a quien debemos recordarle su valioso papel en la sociedad, una persona a quien la extrema libertad para crear le aterra, el soñar le es utópico y para colmo habla, y se viste de forma inapropiada. Los niños y jóvenes ya no ven en su docente el modelo a seguir. Lo creen un igual a tal punto que la extremada horizontalidad les hace perder el rumbo. Los adolescentes necesitan un profesor a quien amar pero también a quien respetar, a quien admirar. Observo con preocupación y vergüenza el futuro del magisterio venezolano. Ese que está cargado de profesionales tediosos, reposeros, carentes de iniciativa, liderazgo y vocación de servicio.
Esos que prefieren ser directivo o coordinadores porque no soportan a los chamos. Esos que se hacen llamar jefes pero llegan después que todos, esos que no inspiran esa autoridad bien entendida de temer no por miedo ,sino por la vergüenza a defraudar ideas y convicciones bien entendidas y asumidas. El maestro de hoy lee poco, por eso escribe y se expresa mal. Su rol de investigador sólo se limita a averiguarle la vida al otro(a) compañero(a), en algunos casos en vez de orientar, confunde y en las aulas se desconoce que pensar distinto es un derecho y no un delito.  Estoy segura que muchos al igual que yo desean traer al presente ese maestro de ayer: responsable, líder resonante, curioso, amante del conocimiento, decente en extremo a quien no se le permitía bajo ninguna condición verle fumando, bebiendo o ejerciendo actos que atentaban en contra de las buenas costumbres, con una letra bellísima y una ortografía intachable. Ese que para llegar a ser director tenia que demostrar parecerlo con años de servicio cargados de experiencia, voluntad, entrega y carácter. Sin duda alguna los tiempos han cambiado pero el acto de educar sigue siendo la más delicada de las profesiones. En nosotros se encuentra la enorme responsabilidad de moldear el barro que formará la escultura del hombre y mujer del mañana. El error puede costarnos caro, porque se puede resquebrajar  y volverse tierra llevándoselo el viento para nunca más volver. Es necesario retomar el rumbo, afortunadamente todavía existen docentes orgullosos y convencidos de su rol,  que se atreven a inventar para no errar, que intuyen que el mundo no es solo para los matemáticos y lógicos que también los poetas, los artistas, los soñadores tienen cabida en este planeta tierra, quiero imaginar a mis colegas debatiendo en el aula al Bolívar de carne y hueso, al Einstein de la relatividad, al Benedetti que se parece a los diarios de las adolescentes que se esconden detrás de las hojas de papel para no parecer incomprendidas, al Simón Rodríguez  que pudo ver en el  pequeño hiperactivo el futuro emancipador latinoamericano, ese que es capaz de ver el paisaje desde una visión holística, transdisciplinaria  y divergente. Hay que reconocer en el presente a la Doña Bárbara y al santos Luzardo de Gallegos. Porque si no pecamos de de ver la pedagogía desde lo sólido, Inmutable, estático, perecedero y no desde la pedagogía liquida que demanda movimiento, transformación, cambio. Los posmodernos advertían el fin de la Historia, quizás no estaban del todo equivocados, porque las cosas parecieran estar de cabeza como bien lo expresara Galeano. Sólo me resta decir que la enseñanza es maravillosa en tanto sea capaz de pensar y sentir que en mi alma, en mis manos y en mi corazón está el futuro de esta tierra.
Profesora. Lisbeth González     

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